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Inmortales, de Javier G. Yagüe


El dilema moral

Inmortales se presenta frente al espectador con la intención de hacernos sentir en nuestras propias carnes la doble moral de hasta dónde está dispuesto a llegar el ser humano en pro de la propia especie.
La obra está ambientada en un hipotético futuro en el que las personas tienen la opción de elegir tener un órgano a su disposición siempre que quieran. La pregunta está clara entonces ¿hasta dónde llegarías por conservar tu salud? O, aún mejor si cabe, ¿hasta dónde es ético llegar en pro del progreso de la medicina?

La puesta en escena

Si hay algo distintivo en Cuarta Pared como sala, es su estilo rompedor. En este caso Inmortales se trata de una experiencia que va un paso más allá del teatro rompiendo, valga la redundancia, la cuarta pared para hacer partícipe al espectador desde el principio. La obra se desarrolla en dos espacios, un primer lugar algo más "convencional" en el que se plantea el dilema moral y un segundo en el que el espectador es participe de lo que sucede.
Desde mi humilde opinión la puesta en escena es más que original. Antes de entrar al espacio escénico la obra ya ha dado comienzo con algunos miembros del reparto informando a los espectadores de qué es la Fundación de la forma que mejor lo haría un vendedor: mostrándote una realidad que puede tornarse horrible. Esto es un punto a favor de la obra, y un compromiso del equipo para zambullir al visitante en una ficticia realidad de una manera increíble.
La obra dura aproximadamente una hora. Ahora bien, el compromiso mínimo son 10 minutos. Una vez pasados estos puedes abandonar la sala cuando precises.
El segundo de los espacios, en el que se desarrolla la práctica totalidad de la obra, es bastante abierto. Destacar de este el montaje: con tres focos (entiéndase por puntos de atención) y un ambiente relajado, pacífico y manipulador (en parte gracias al sonido ambiente y al azul y morados predominantes, que denota lo absolutamente pensado que está todo). También es meritorio la forma en la que se trabaja con el texto, sinsentimiento alguno, coral, repetitivo y dividido a tres voces.
Un último apunte a tener en cuenta es el increíble trabajo corporal de los actores durante toda la obra.

Lo que me hizo sentir

Creo que, de todas todas, Javier G. Yagüe consiguió lo que pretendía (al menos conmigo). Todo mi ser se removió, apuntando una y otra vez a mil sentimientos encontrados. Incluso, he de admitir, me costaba mantener la vista en lo que sucedía.
A mi alrededor el resto del público miraba fascinado. Obviamente, yo no podía oír sus pensamientos, pero los míos decían algo así como "¿Por qué no os horroriza lo que estáis viendo? Es terrible ¿Es que no os dais cuenta?"
En algún punto (supongo e intuyo que es por mi vida personal) me introduje en la obra pensando incluso en la posibilidad de realidad de la misma. Como si aquello estuviera pasando, olvidando la ficción existente.
Salí atemorizada.
A día de hoy, ha cambiado en mi algo interno. Después de todo, si lo piensas, la medicina avanza, incluso hoy en día nacen bebés solo para sanar a sus hermanos. ¿Por qué Inmortales no iba a ser factible dentro de unos años? Después de todo, cuando estamos en peligro de muerte, somos capaces de todo por nuestra supervivencia. Y, a buen seguro, quien pudiera permitírselo pagaría por tener la seguridad de sobrevivir a cualquier cosa... a cualquier precio.

Pese a mis muchos sentimientos encontrados os recomiendo acudir si podéis, únicamente por el torrente de emociones que circulan por tus venas una vez se termina la función. Por todo lo que te remueve, por lo que te cambia por dentro, merece la pena.
ESCRITO POR xikitas

Soñadora, una inyección de positividad (a veces...), pura imaginación. De su mundo no tiende las llaves a cualquiera. Miles de artilugios y lugares fantásticos rondan por su cabeza. Sentaos a esperar y veréis magia.

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